La Fórmula 1 paralela llega al histórico circuito de Hungaroring en el que se celebrará el GP de Hungría, el circuito probablemente más lento de todo el mundial con el permiso de Mónaco. 4,381 km de pista revirada, con algunos cambios de nivel notables y alguna que otra curva ciega como la 4 a izquierdas y en subida.
El carril de la trazada buena, sobre la cual los pilotos y equipos no pueden improvisar con alguna alternativa, está muy marcado, y salirse de él es arriesgarse a perder agarre de forma notable. Eso y que Hungaroring consiste en enlazar a la perfección las curvas de baja y media velocidad que lo componen conforman una de las citas del calendario que más exige tanto a equipos en la puesta a punto, como a los pilotos.
Las prestaciones puras de los monoplazas se enfocarán a un alto rendimiento en las numerosas curvas lentas, por lo que los coches llevarán mucha carga aerodinámica y el agarre mecánico, es aquí más importante que el aerodinámico. Disponer de un coche que sea capaz de girar en el canto de una moneda de euro, siendo equilibrado en frenada, aceleración, buena tracción y con un motor elástico que responda bien desde bajos regímenes de giro es el sueño de todo equipo y piloto en Hungaroring. Coche que no cumpla uno de estos aspectos sufrirá de una forma u otra.
El adelantamiento es tratado en este circuito como un imposible por lo que la clasificación, salida y ritmo inicial desde la primera curva son esenciales para poder aspirar a un buen resultado. Por eso mismo llegamos a otro circuito en el que la primera curva es escenario de los primeros encontronazos de la carrera, muy similar a la primera curva de Nürburgring o de Shakir.
Señores, esta semana más que nunca, agárrense que vienen curvas.